¿Cuántas veces te has planteado qué persona serías si esa emoción que tanto te molesta, no formase parte de ti? Sin embargo hay otro camino, aquel que te lleva a aceptarte tal y cómo eres, el camino de la Aceptación.
Vivimos en un mundo que más allá de premiar la aceptación se basa en un sistema de modelos. Desde la talla que hay que usar dependiendo de la edad que tengas, hasta el peinado de moda. Por supuesto las actitudes también tienen cabida en este aparatoso sistema social, en el que si eres diferente de la media destacas, pero no de forma positiva.
Se supone que no se deben expresar ciertas emociones, y si por ejemplo vas a cruzar e inesperadamente un coche pasa junto a ti casi atropellándote, no se ve como positivo que demuestres tu sorpresa. En realidad te avergüenzas y en vez de soltar un grito de miedo, llevarte la mano al pecho mientras intentas respirar soltando la tensión por el casi atropello, y te permites resoplar y decir lo que sea que necesites, en vez de eso, recuperas la compostura rápidamente y como si no hubiera pasado nada, te limitas a cruzar, mirando de soslayo a tu alrededor para ver si nadie se ha percatado de tu susto.
Reacciones similares las he visto en Madrid capital cuando iba a trabajar diariamente. Era bajar del metro o del tren, y te unías a la masa de personas que caminaban casi corriendo en pos del siguiente semáforo. Todos trajeados, las mujeres pintadas y arregladas, todos y todas gente del siglo XXI o XXII por lo menos. Al final aunque no tuvieras prisa porque habías salido con tiempo, terminabas cogiendo el ritmo de los demás, o más bien de la masa.
Esta es nuestra sociedad, la que premia que seas un uniformado y que tengas emociones uniformadas. Nos regimos por el miedo al que dirán o que pensarán. Y lo último a lo que prestas atención es a cómo te sientes hoy. Así que me gustaría que te hicieras esa pregunta: ¿Cómo te sientes hoy y cómo te sientes habitualmente?
Seguramente la respuesta sea la misma, porque las emociones al final se vuelven rutinas. Y si vives una vida arrebatada, al final te sientes estresado. Si tus ingresos no son suficientes para cubrir tus gastos, entonces te sientes pobre o sin oportunidades.
Ahora quiero que comiences a hacer la diferencia entre SER y ESTAR. Porque todos hemos tenido rachas de más o menos dinero, más o menos eventos alegres en nuestra vida, más o menos salud…. Entonces ¿porqué te empeñas en definirte como son tus emociones?
Seguro que ya conoces el concepto de Aceptación, a mi me gustaría darle una vuelta más. Aceptación significa que eres consciente de una situación y la aceptas. Es decir no juzgas si es buena o mala porque simplemente existe y por ello afecta de algún modo tu vida.
Si por ejemplo te has despedido la situación real es esa: que te han despedido. Tú puedes interpretarla como algo negativo: _Que mal, no sé que voy a hacer ahora._
O como algo positivo: _ Que bien, por primera vez en mucho tiempo voy a tener tiempo para descansar un poco y de paso decidir que quiero hacer con mi vida, y reconducirla hacia algo nuevo y mejor._
Eso es aceptación, aceptar que la situación es la que es, y dejar los juicios como lo que son: una simple interpretación de la realidad.
Cada día interpretamos nuestra realidad y la llenamos de adjetivos y apelativos de todo tipo. Eso es juzgar, decir que algo es bueno o es malo. Estos juicios son los que crean nuestras creencias. Y tus creencias son las que gobiernan tu vida de modo que al final te sientas bien como un ganador que vive una vida feliz (independientemente de las circunstancias) o un perdedor, infeliz (lo mismo).
Así que la cuestión no es cómo has pensado y juzgado a tu vida, tus circunstancias o a ti mismo. Sino simplemente poner un poco de Aceptación en tu vida, y comenzar a elegir unos juicios más positivos que agreguen cambios en tu vida que te aporten bienestar y felicidad.
Si crees que es posible, te recomiendo que revises mi libro Crónicas de lo Invisible. Conocerás cuál es tu Agente secreto, aquel que te sabotea cada día, y tendrás una serie de ejercicios muy efectivos para que puedas reconducir tu vida y mejorar tu actitud.
Al final en la vida no se trata de tener aptitudes buenas, sino una buena actitud ante la vida. Ésta última te llevará siempre a que te superes y encuentre soluciones y por supuesto añadas nuevas aptitudes.
También te invito a que escuches esta charla en la que hablo un poco más sobre la Aceptación, y cómo puede cambiar tu vida.
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